Publicado: 16 febrero, 2014 en Noticias RB Documental
Álvaro Pérez Betancourt y Claudia González presentan: Mi abuelo Rómulo
(…) El Rómulo que presento lo conocimos muy pocos: extraordinario
comensal y mejor conversador; sensible frente al arte y los artistas;
asiduo del género epistolar; amoroso y cálido; sensible y travieso;
comprensivo y fuerte, querendón y cómplice de su universo amoroso y
cercano. Sus cartas a mi madre y a nosotros, sus nietos; los testimonios
de quienes lo conocieron, y narraciones inéditas del propio Rómulo-,
estarán en las páginas de este libro que configuran a un hombre
múltiple, mi abuelo Rómulo Betancourt».
Con estas palabras comienzan las páginas de Mi abuelo Rómulo, el
libro que redescubre a Betancourt en una historia no contada hasta ahora
y que permite al lector sumergirse en la intimidad, en la vida
cotidiana de Rómulo, en las facetas desconocidas del político más
trascendente del siglo XX venezolano. Álvaro Pérez Betancourt,
acompañado de la historiadora Claudia González, recurre no solo a sus
memorias familiares sino a numerosa correspondencia privada no
publicada, a la narración de Rómulo en primera persona hablando acerca
de sus amigos cercanos como Juan Pablo Pérez Alfonzo, Pablo Casals, Luis
Muñoz Marín, entre otros; sus recuerdos sobre la “Generación del 28”;
su testimonio sobre el intento de magnicidio, ocurrido en Los Próceres
en 1960, hasta este momento no revelado en detalle. Esa narración de
Betancourt le fue entregada a Álvaro hace más de veinticinco años. Él la
guardó en un maletín de Rómulo donde permaneció hasta hoy, cuando sale a
la luz pública. Fotografías exclusivas y entrevistas únicas con
personajes que lo conocieron, ofrecen un rostro inexplorado de Rómulo
Betancourt. A continuación algunos fragmentos del testimonio de
Betancourt sobre el atentado sufrido por él en 1960:
YO ESTABA PREPARADO PSICOLÓGICAMENTE PARA QUE ME HICIERAN UN ATENTADO «En el momento del atentado yo tengo una reflexión, voy conversando y haciendo un chiste con Ramón Armas Pérez, él era el jefe de la Casa Militar y había sido mi ayudante militar desde el 45-48, un hombre de una gran lealtad, valiente, sin alardes de guapetonería, que hablaba siempre con recodos, y al mismo tiempo era chistoso. Yo estaba contando que cuando él me acompañó a tomar posesión del cargo como miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno en el 45, fuimos a la Base Militar de Palo Negro. Él sabía que entre los militares, había unos cuantos muy hostiles a mí. Yo llegué y les hablé a los oficiales, me aplaudieron mucho e hice mi visita. Tiempo después, Armas Pérez, me dice: -Presidente, yo estuve muy preocupado cuando usted fue a Palo Negro, porque cuando dijo: “¡Que ninguno de los civiles entre conmigo, nada más los militares!”. Yo sabía que ahí había unos hombres que decían que le iban a disparar. Entonces entramos y usted dice: “Yo soy el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y no tengo ninguna actitud de represalias contra nadie. En las Fuerzas Armadas por su misión de cumplimiento de normas disciplinarias han apoyado un régimen que era más policiaco que militar. Ahora hay un gobierno institucional. No hay represalias contra nadie; el que tiene derecho a ascender, asciende; el que tiene derecho a ocupar un cargo de comando, lo ejerce. Eso sí, el que murmure va a un consejo de investigación, el que pretenda alzarse, lo aplastamos”. Y en eso, resulta que esa gente lo aplaude. Usted estaba muy sereno. -Ah, ¿usted cree? Cuando yo iba a entrar a la reunión me fui para “La Pipa” (así se llama el casino militar) y dije – “¡Deme una botella de brandy!”. Y me bebí media botella.
YO ESTABA PREPARADO PSICOLÓGICAMENTE PARA QUE ME HICIERAN UN ATENTADO «En el momento del atentado yo tengo una reflexión, voy conversando y haciendo un chiste con Ramón Armas Pérez, él era el jefe de la Casa Militar y había sido mi ayudante militar desde el 45-48, un hombre de una gran lealtad, valiente, sin alardes de guapetonería, que hablaba siempre con recodos, y al mismo tiempo era chistoso. Yo estaba contando que cuando él me acompañó a tomar posesión del cargo como miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno en el 45, fuimos a la Base Militar de Palo Negro. Él sabía que entre los militares, había unos cuantos muy hostiles a mí. Yo llegué y les hablé a los oficiales, me aplaudieron mucho e hice mi visita. Tiempo después, Armas Pérez, me dice: -Presidente, yo estuve muy preocupado cuando usted fue a Palo Negro, porque cuando dijo: “¡Que ninguno de los civiles entre conmigo, nada más los militares!”. Yo sabía que ahí había unos hombres que decían que le iban a disparar. Entonces entramos y usted dice: “Yo soy el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y no tengo ninguna actitud de represalias contra nadie. En las Fuerzas Armadas por su misión de cumplimiento de normas disciplinarias han apoyado un régimen que era más policiaco que militar. Ahora hay un gobierno institucional. No hay represalias contra nadie; el que tiene derecho a ascender, asciende; el que tiene derecho a ocupar un cargo de comando, lo ejerce. Eso sí, el que murmure va a un consejo de investigación, el que pretenda alzarse, lo aplastamos”. Y en eso, resulta que esa gente lo aplaude. Usted estaba muy sereno. -Ah, ¿usted cree? Cuando yo iba a entrar a la reunión me fui para “La Pipa” (así se llama el casino militar) y dije – “¡Deme una botella de brandy!”. Y me bebí media botella.
***
Yo estoy contando eso cuando de repente viene la explosión. Dice
Dora, la mujer del ministro de la Defensa, que yo me fui de cabeza y
después me paré y me pasé la mano y ya estaba incendiado el automóvil,
porque era dinamita con gelatina inflamable. Estaba incendiada inclusive
la manigueta para abrir la puerta. Yo la abrí y tenía una herida
profunda. Entonces agarré a Dora por la mano y la saqué del carro. Ella,
con cierto instinto femenino, se fue caminando pegadita del automóvil y
yo atravesé el fuego. Después cuando vi a los soldaditos que estaban
traqueteando la ametralladora, y vi ese gentío en la avenida empecé a
gritar: “¡No disparen, no disparen que este es un atentado personal!”.
Yo sentí que eso me iba a pasar en algún momento y me había pasado. Yo
estaba preparado psicológicamente para que me hicieran un atentado. Y es
más, ya me lo habían hecho en La Habana. (…) Afuera era un escándalo de
tiros, porque todas las ametralladoras empezaron a disparar, y tomo
perfecta conciencia; de tal manera que de repente viene un oficial y se
me cuadra, lívido -el entonces mayor y hoy general Valmore Rodríguez-, y
me dice: “Señor presidente: Un atentado. ¡Vamos al hospital!”. Entonces
con Raúl Aristiguieta que está aquí conmigo y viene detrás, nos metemos
en el automóvil los tres. Yo estaba tan lúcido que ellos dicen: “Vamos
al Periférico de Catia”. Y yo digo -¿Qué Periférico de Catia? Vamos al
Hospital Universitario que está aquí cerca. Fuimos al Hospital
Universitario y yo no me daba cuenta de que venía empapado en sangre. Me
veía solamente las manos que eran como pedazos de carne, la cara no me
la veía. La gente en la calle estaba asombrada. (…) El ministro de la
Defensa soy yo Leyendo mi historia médica me doy cuenta de que lo que
hicieron fue moler dos tabletas de benzedrina y ponérmelas por la
intravenosa. Entonces me desperté y llegó la delegación, yo no recuerdo;
los que deben recordar mejor son los doctores Manuel Pérez Guerrero e
Ignacio Luis Arcaya. Me plantearon si no me parecía que había que
cambiar al ministro de la Defensa. Yo les dije: “No, el ministro de la
Defensa, el general López Henríquez, también está herido pero lúcido. ¡Si se va a cambiar al ministro, lo voy a cambiar yo! Y
antes de cambiarlo a él, porque tenga mayor dificultad, yo asumo la
cartera de Defensa, yo soy el ministro de la Defensa”.
Después me dijeron que había mucha inquietud en el país, reuniones permanentes en Miraflores, entonces resolví: “Me voy a Miraflores esta noche porque el timonel tiene que estar en el timón”.»
Algunos fragmentos a continuación:
«Escribo con regularidad y prefiero trabajar en libros antes de estar urgido por artículos de prensa. Y leo, leo mucho. ¡Qué bella la edición de Teresa de la Parra! Estamos avanzando en Venezuela en eso de imprimir en forma que nos produzca la presentación del libro un goce adicional al de su contenido. He tenido mucha aprensión sobre Teresa de la Parra. Tuvo el mal gusto, para decir lo menos, de dar unas declaraciones de prensa en La Habana, en favor de Gómez, en los días del 28. No resistí a la tentación de oírla y verla en Barranquilla, cuando dio una conferencia. Era una criolla de espléndida estampa –praxiteliana, como la llamó Mariano. Leyó con voz límpida, una conferencia sobre Bolívar y su vida sentimental. Ya andaba rondándole el deseo de escribir una biografía novelada del Libertador, idea sobre la que insiste mucho desde su cama de tuberculosa, en Suiza.
El epistolario es revelador de una sensibilidad extraordinaria. Léete tú también ese hermoso libro. También tengo casi terminada la biografía de Bolívar por Augusto Mijares. Uno se hace “cierta idea” del héroe que más admira, y por eso es casi imposible encontrar una biografía que satisfaga a cabalidad pero este libro tiene ilación y está escrito sin retórica. Sería bueno que lo leyeras también. Tanto en Teresa como en Bolívar el recuerdo de su tierra y de su gente fueron obsesivos»
La participación de Carlos Gottberg, Alirio Palacios, Luis José Oropeza, Virginia Betancourt, Sergio Pérez Betancourt, Alicia Freilich, Ramón. J. Velásquez, Américo Martín, Octavio Lepage, Caros Canache Mata, Simón Alberto Consalvi, Oscar Zamora Conde, Enrique Tejera París, Pastor Torrealba (uno de sus últimos guardias civiles) dan otros matices de este Betancourt desplegado en seis capítulos y un epílogo, junto a una cronología comentada de la vida de RB.
Ver más: http://runrun.es/top/101183/mi-abuelo-romulo-es-la-obra-mas-reciente-de-alvaro-perez-betancourt-y-claudia-gonzalez.htmlDespués me dijeron que había mucha inquietud en el país, reuniones permanentes en Miraflores, entonces resolví: “Me voy a Miraflores esta noche porque el timonel tiene que estar en el timón”.»
***
Rómulo frente a sus libros se retrata en cartas enviadas a su hija
Virginia, en las cuales da cuenta de lo que le importaba en el momento.Algunos fragmentos a continuación:
«Escribo con regularidad y prefiero trabajar en libros antes de estar urgido por artículos de prensa. Y leo, leo mucho. ¡Qué bella la edición de Teresa de la Parra! Estamos avanzando en Venezuela en eso de imprimir en forma que nos produzca la presentación del libro un goce adicional al de su contenido. He tenido mucha aprensión sobre Teresa de la Parra. Tuvo el mal gusto, para decir lo menos, de dar unas declaraciones de prensa en La Habana, en favor de Gómez, en los días del 28. No resistí a la tentación de oírla y verla en Barranquilla, cuando dio una conferencia. Era una criolla de espléndida estampa –praxiteliana, como la llamó Mariano. Leyó con voz límpida, una conferencia sobre Bolívar y su vida sentimental. Ya andaba rondándole el deseo de escribir una biografía novelada del Libertador, idea sobre la que insiste mucho desde su cama de tuberculosa, en Suiza.
El epistolario es revelador de una sensibilidad extraordinaria. Léete tú también ese hermoso libro. También tengo casi terminada la biografía de Bolívar por Augusto Mijares. Uno se hace “cierta idea” del héroe que más admira, y por eso es casi imposible encontrar una biografía que satisfaga a cabalidad pero este libro tiene ilación y está escrito sin retórica. Sería bueno que lo leyeras también. Tanto en Teresa como en Bolívar el recuerdo de su tierra y de su gente fueron obsesivos»
*
«Estoy enviando ahora los originales de Hacia una América Latina democrática e integrada. Ha sido un esfuerzo de meses el que se condensa en ese trabajo. Yo mismo he hecho las investigaciones, leyendo libros y folletos. Antes de llegarme la secretaria yo mismo tipié, varios capítulos en borradores. Ojalá vaya eso a la imprenta sin retardos». (1967)
*
«Son las 4 de la mañana y he trabajado toda la noche para que Julito [se refiere a su amigo Julio Pocaterra] pueda llevarse corregidas las pruebas del libro». (1967)
*
«Vengo de discutir con una de las mejores editoriales inglesas. Traducirá y publicará Venezuela, P y P. Yo mismo le haré una poda para excluir capítulos de interés solo venezolanos». (1967)
*
«… trabajo en el libro, como un desesperado, sudando a chorros en una
Suiza estival que por estos días es más calurosa que Guayana». (1968)
***
El cinéfilo, el escritor, el hombre de las pipas; su vida en Nápoles y
Berna; sus dos matrimonios; las secuelas físicas crónicas que dejó el
atentado; sus amigos y el talante que definió la amistad. El abuelo. Los
hombres de Rómulo. Las carcajadas de RB y sus motivos de llanto frente
a la pérdida de seres amados; la afición por la comida venezolana y su
fama de “buen diente” se cuelan entre las páginas de Mi abuelo Rómulo. La participación de Carlos Gottberg, Alirio Palacios, Luis José Oropeza, Virginia Betancourt, Sergio Pérez Betancourt, Alicia Freilich, Ramón. J. Velásquez, Américo Martín, Octavio Lepage, Caros Canache Mata, Simón Alberto Consalvi, Oscar Zamora Conde, Enrique Tejera París, Pastor Torrealba (uno de sus últimos guardias civiles) dan otros matices de este Betancourt desplegado en seis capítulos y un epílogo, junto a una cronología comentada de la vida de RB.
http://rblegadodemocratico.wordpress.com/
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